LA CAZA DE LA BALLENA EN EL
OCCIDENTE DE ASTURIAS
«Cualquier cosa que entre en el caos de la boca de este monstruo, bestia, nave, o
piedra , se hundirá inmediatamente en su enorme garganta y perecerá en el
abismo sin fondo de su vientre»
Plutarco
Jesús Fernández López
Amigos de la Historia de Tapia
El primer documento escrito del que tenemos constancia referente a la caza de este cetáceo data del año 1231. Este escrito consiste en un contrato de arrendamiento de una playa cercana a Avilés para una costera de la ballena
Sin duda esta arriesgada actividad, que se desarrolló entre los siglos XIII y XVIII en estas costas, fue una importante fuente de riquezas que cobró un papel dentro de la sociedad coetánea.
Centraremos nuestra atención en el occidente de Asturias y en los puertos en los cuales se desarrolló esta actividad.
(I) LA BALLENA FRANCA; UN CODICIADO TESORO
Una pieza fundamental para que las poblaciones costeras se dedicasen a la captura de este animal fue la presencia de la ballena franca en estas aguas. Esta, conocida también como la ballena de los vascos, se encontró prácticamente al borde de la extinción debido a su abusiva caza, siendo hoy una especie protegida.
Sus dimensiones oscilan entre los 14 y 18 metros, existiendo ejemplares que pueden alcanzar los 24 metros con un peso de 30 a 40 toneladas. Presenta una piel negra a excepción de las zonas del mentón y del vientre, donde suele ser blanca. Destaca por su mandíbula fuertemente curvada, sus pequeños ojos y una especie de callosidades blancas en la cabeza. Su boca contiene unas 300 barbas que pueden llegar a los 3 metros.
Pero son cuatro las característica que hacen de ella una especie interesante para la caza. Suelen nadar en grupo y a poca profundidad, lo que las hace más visibles. Aguantan aproximadamente una hora bajo el agua y cuando salen a respirar sus fuertes chorros son fáciles de apreciar. Por último, a diferencia de otras especies, estas flotan una vez muertas, haciendo mucho más fácil su transporte a tierra.
LOS INICIOS DE SU CAZA EN NUESTRAS COSTAS
Como ya habíamos dicho, el primer documento escrito sobre la caza de la ballena data
de la primera mitad del siglo XIII. En el occidente debemos situarnos a finales de ese
mismo siglo para encontrarnos con las ordenanzas que el Gremio de la Mar de Valdés
establecía para su caza.
Es por esto que podemos situar el incio de la caza de la ballena entorno al siglo XIII en la zona occidental. Sin embarco en los demás concejos, dentro del contexto Navia-Eo, la normalización de la caza mediante escritos es más tardía, apareciendo estos documentos a partir del siglo XVII.
Otra cuestión que se nos plantea es la zona de la cual proviene esta actividad o cómo se genera. En Tapia de Casariego existe en documento en el que se recoge una reunión entre los vecinos del pueblo y los patrones de las embarcaciones balleneras de Orio. En Ortiguera nos encontramos con un contrato del XVII firmado entre la Casa de Mohías y balleneros Vascos.
Por otro lado los balleneros vascos hacen referencia a sus travesías a Galicia, Asturias y Cantábria y según sus palabras ninguna de estas regiones eran conscientes del valor del cetáceo. Esto puede indicar una iniciativa vasca como iniciadores de esta actividad en las tres regiones.
La posibilidad que se viene apuntando actualmente es que esta actividad fue traída a nuestras costas por los balleneros vascos, que vinieron en busca de este enorme animal a partir del siglo XIII. Su establecimiento en la costa occidental de manera sistemática parece llevarnos al siglo XVII, aunque no podemos descartar cacerías anteriores. El fin de esta actividad se produjo durante el siglo XVIII cuando la ballena franca comenzó a escasear en el cantábrico. Será a partir de este momento cuando los balleneros vascos opten por buscar el cetáceo en otros mares.
(II)A LA CAZA DEL GIGANTE
En este apartado nos vamos a centrar en todo el proceso que implicaba la caza de este
cetáceo. Conoceremos todos los pasos de esta intrépida actividad, desde el momento
en el que la ballena era vista hasta que, ya en puerto, era procesada.
(I) En primer lugar, era necesario disponer de miradores con amplias vistas hacia el
mar desde los cuales poder divisar la ballena, las llamadas atalayas. Hoy en día aún
queda una herencia de estos miradores presente en la denominación de algunas calles,
por ejemplo en Figueras, Tapia, Viavelez, y Puerto de Vega existe una calle de la
Atalaya, por otro lado tenemos las puntas de la Atalaya en el Franco y en Luarca.
En estos miradores colocados estratégicamente se encontraban los atalayeros, los
encargados de otear el mar en busca de los fuertes chorros de la ballena franca. Una
vez avistada, los atalayeros se valían de dos herramientas para avisar a los balleneros;
la torre ballenera y el cuerno.
La torre ballenera era una estructura de forma variable dependiendo de la zona, pero
que en todos los casos poseía una cavidad en la que poder hacer fuego. En esta cavidad
se quemaba leña verde para alertar con el humo blanco resultante a los balleneros que
se encontraban a la espera de salir a la caza. A parte de esta señal visual se valían del
cuerno, que con su característico sonido también servía para avisar a los balleneros que
las ballenas estaban en la zona y era hora de salir a su caza.
(II) Llegamos ahora a la segunda parte, la salida a la mar. Nada más ver la humareda
blanca salir de la torre ballenera y oír el cuerno, el puerto se convertía en un
organizado revuelo. Para comprender esto hay que tener en cuenta que la economía de
todo un pueblo dependía de estos críticos y arriesgados momentos, como ejemplo
tenemos a Tapia donde se dedicaba la mitad del año a la caza de la ballena.
Los intrépidos marineros subían a bordo de sus embarcaciones. Estas estaban hechas
de madera y se propulsaban a remo, su eslora era más o menos de 10 metros, poseían 2
metros de manga y 0,7 metros de puntal. Tenían capacidad para doce hombres; un
arponero situado a proa y provisto de un arpón de aproximadamente un metro, hecho
de hierro y con una punta giratoria, diez remeros y un patrón situado a popa encargado
de gobernar la embarcación.
Una vez que la embarcación ballenera, conocida como armaxa, estaba lista para zarpar
empezaba una verdadera regata que tenía como meta la captura de la ballena franca.
Este ambiente de competición y rivalidad es totalmente comprensible ya que la primera
embarcación en clavar el arpón se quedaría con la mitad del cetáceo. De estas reñidas
disputas por llegar el primero surge el deporte del remo en su modalidad de banco fijo
(bateles, trainerillas y traineras).
Mientras tanto todos aquellos que se quedaban en tierra, en general las mujeres, niños
y ancianos, se situaban en los miradores para ver como se desarrollaba la jornada
mientras rezaban por los balleneros que habían salido a la mar. Esto hace que las zonas
próximas al mar se sacralicen construyéndose capillas en ellas.
(III) Nos encontramos ahora frente a la parte más crítica y decisiva, todas las
muertes que tenemos que lamentar se produjeron en este momento de la caza.
La armaxa se acercaba a la ballena y cuando el arponero lo veía oportuno lanzaba su
arpón contra el enorme animal. Este era un momento muy delicado y había que
mantener la embarcación lo más alejada posible, pero siempre dentro del radio de
acción del arpón, a veces la distancia no era la suficiente y los coletazos de la ballena
destruían completamente la embarcación causando numerosas bajas en la tripulación.
Tras los primeros coletazos la ballena rápidamente se sumergía. El arpón estaba
amarrado a un cabo muy largo que estaba adujado abordo. Este se hacía pasar por un
carretel y debido al fuerte rozamiento producido por la increíble fuerza que la ballena
empleaba en su rápida y desesperada huida era necesario baldearlo constantemente
con agua para evitar que el cabo y el propio carretel se rompiesen.
Tras una espera de aproximadamente quince minutos el animal salía a flote ya muerto.
Acto seguido se quitaban los arpones y se amarraba la ballena a todas las
embarcaciones que habían acudido para remolcarla a la playa o al puerto donde
posteriormente se procesaría.
Los balleneros habían observado que la ballena franca tenían un fuerte vínculo familiar
y aprovecharon esto para establecer un cierto orden a la hora de cazar. Primero se
arponeaba a las ballenas más jóvenes, luego a sus madres y por último a las más
veteranas. Esta selección a la hora de arponear no siempre era posible y hay que tener
en cuenta que muchas veces solo interesaba cazar a la más vieja para obtener grasa.
(IV) Por último, aprovechando la pleamar, se varaba la ballena en la playa o ribera y se
esperaba a la bajamar para proceder a su despiece. En primer lugar se desollaba para
posteriormente extraer su grasa, a continuación se pasaba a seleccionar la carne para
el consumo y también las barbas. Con todas las partes útiles a buen recaudo se
limpiaban los huesos para enterrarlos con el fin de que luego pudiesen ser utilizados
por los artesanos.
Veamos ahora como se repartía el animal y para que se utilizaba cada parte. Es
importante mencionar que la mitad de la ballena era para el que primero hubiese
arponeado a la ballena, un diez por ciento para la Iglesia, otro pequeño porcentaje para
la Casa de la Ballena, una especie de gremio de balleneros que existía en algunos
puertos, y finalmente el resto se repartía entre los otros participantes de la cacería.
Curiosamente se destinaba la mayor parte de la ballena a usos industriales, quedando
solo un pequeño porcentaje destinado al consumo humano. La grasa se procesaba para
obtener saín, una especie de aceite que se utilizaba para las lámparas, también se
empleaba en cosmética y farmacia. Las barbas se utilizaban en corsetería y para
fabricar escobas. Los huesos eran empleados por los artesanos para realizar objetos
ornamentales y en ocasiones se utilizaban en la construcción de casas. El esperma era
utilizado para realizar ungüentos. Las aletas, la carne del vientre y la lengua se
destinaban para consumo humano, considerándose esta ultima como un verdadero
manjar. Estas carnes se consumían bien en fresco o se salaban para conservarlas, esto
último llevó a un importante desarrollo de las salinas. Como vemos la ballena era casi
aprovechada en su totalidad.
(III) IMPORTANCIA Y TRANSCENDENCIA DE LA CAZA DE BALLENAS
Para terminar explicaremos en este último apartado la verdadera revolución y cambio
que supuso la caza de la ballena en la zona occidental, abarcando este aspecto desde un
punto de vista socio-económico.
Antes de la llegada de esta actividad la economía se basaba fundamentalmente en el
cultivo de tierras que estaban en manos de unos pocos. Todos estos labradíos se
concentraban en torno a las conocidas como casonas de campo, estableciéndose un
sistema similar al de las villae romanas, exceptuando que los señores no poseían
esclavos. Esto supone que se creen pequeñas aldeas cercanas a estos núcleos de
explotación estando estos generalmente alejados de la mar.
En cuanto a las zonas costeras la situación era ciertamente diferente. Nos
encontramos con pequeños núcleos de población situados a la orilla de calas que vivían
de la pesca y del laborío de pequeñas tierras.
Cuando llega a nuestras costas la actividad ballenera se produce una importante
reestructuración. Los núcleos importantes se trasladan ahora del campo a los puertos y
calas que con la llegada de los balleneros empiezan a cobrar importancia y tienen
necesidad de trabajadores.
En este momento también se construyen multitud de casas en torno a puertos y calas
configurando la actual estructura urbana de muchos pueblos marineros, estrechas
calles, casas de piedra con anchos muro, varaderos para embarcaciones, mejoras en los
puertos, plazas y rincones de reunión conocidos como mentideros…
Esta agrupación de un mayor número de personas en un mismo lugar lleva a un cambio
en las relaciones culturales y personales entre los habitantes, convirtiéndose los
puertos en importantes puntos de encuentro.
El rol domestico también se ve transformado, puesto que ahora el hombre pasaba más
tiempo fuera del domicilio y la mujer comenzaba a tener cierto poder en el dominio y
administración de la casa.
En cuanto a la situación económica de estas familias podemos suponer cierta mejora al
disponer ahora de otro medio de subsistencia. A parte de las tierras que se seguían
labrando también entraba alimento y dinero a la economía doméstica gracias a la caza
de la ballena.
Destacan también dos industrias que produjeron más riqueza a la población, la de la las
salinas y la de creación de aceite para lámparas a partir de la grasa de ballena. La
primera cobró especial importancia debido a la creciente necesidad de conservar la
carne del cetáceo, siendo el proceso de la salazón el más accesible y adecuado para la
conservación de la carne. En las salinas se producía toda la sal necesaria para esta
conservación. En cuanto a la producción de aceite para lámparas hay que mencionar la
escasez de otros tipos de aceites para iluminación en la zona, siendo esta escasez el
impulsor de esta nueva industria.
Como vemos la llegada a nuestras costas de los balleneros vascos supuso un resurgir en
la economía y trajo consigo numerosos cambios en la forma de vida. Pero también nos
ha dejado una valiosa lección que no debemos olvidar; la explotación masiva y
descontrolada de nuestros mares trae consigo tristes consecuencias como fue en este
caso la drástica reducción del número de ballenas francas llegando casi a su extinción.
Bibliografia:
FERNÁNDEZ MÉNDEZ, Diego; A caza das Ballena nas Costas del Occidente D’Asturias.
FERNÁNDEZ MÉNDEZ, Diego, LÓPEZ PÉREZ, Camilo et alii; Historia de Tapia a Través de sus Calles. Oviedo.
http://www.archive.org/stream/faunaibricamam00cabr#page/400/mode/2up